El lobo de las montañas
El lobo de las montañas Cuando el mundo se vino abajo, él no corrió hacia ningún refugio. No buscó ayuda, ni compañía, ni salvación. Simplemente echó a andar hacia el norte, siguiendo el olor a pino y humo viejo, hasta que los caminos desaparecieron bajo la nieve. Siempre había sido así. Incluso antes del brote, antes de que los muertos caminaran, ya prefería el silencio del bosque al murmullo de la gente. Decían que era huraño. Que no sabía hablar con las personas. Ellos lo llamaban “raro”. Él se llamaba a sí mismo lobo solitario . Construyó su guarida entre las montañas, con madera húmeda y piedras robadas al río. Allí, rodeado de niebla y viento, aprendió a vivir como los animales que siempre admiró: cazando, acechando, durmiendo ligero. El bosque no juzgaba. El bosque no mentía. Por un tiempo, creyó haber dejado atrás el mundo. Hasta que llegaron las sombras. A veces al caer la noche, escuchaba los gemidos arrastrados que subían por el valle. Zombis. Eran...